Miércoles, 22 Diciembre 2021 00:00

Formación cívica: Reflexiones desde el contexto educativo de cara al Bicentenario

 

Fotografía de dominio público, tomada de Pixabay.

 

David Quintana



INTRODUCCIÓN


Uno de los hechos históricos más representativos para el istmo centroamericano se consumó el 15 de septiembre de 1821, con la firma del Acta de Independencia de los países centroamericanos. (Monterrosa, 2011). Al respecto, es necesario precisar que este ansiado suceso generó una serie de repercusiones en el ámbito económico, político, social y educativo, ejemplo de este último, lo constituyó la consolidación de una “nueva cultura cívica” fomentada y difundida a través de los sistemas educativos de cada una de las naciones emancipadas de la corona española. En consecuencia, esta situación puede atribuirse a que, “con la independencia, la formación de los nuevos ciudadanos tomó protagonismo y los educadores adquirieron un amplio compromiso que ha trascendido de generación en generación (Laviña, 2010).


Bajo esta consideración, por una parte, la educación ocupó la atención de los primeros gobiernos republicanos de la época, ya que ésta fue reconocida como uno de los elementos fundamentales para que el pueblo pudiera acceder a sus libertades políticas; es decir, a la ciudadanía (Acuña, 2010). Por otra parte, desde el inicio, la educación fue considerada como condición básica para alcanzar la homogeneización cultural de la población, inculcándole para ello ideas, imaginarios sociales, así como los nuevos valores propios del hombre del ser humano y la sociedad moderna (Alarcón et al, 2011).

En este sentido, el presente artículo académico tiene como como propósito principal, analizar como la formación y el compromiso docente se convierte en un factor clave para la comprensión del proceso de independencia centroamericana. En este sentido, el artículo se divide en tres secciones a saber: 1. Introducción, 2. Metodología y 3. Discusión y Resultados. En esta última, se inicia con una breve conceptualización del término “independencia” para luego hacer énfasis en la relación entre educación y símbolos patrios como parte de una cultura cívica fomentada a través de los sistemas educativos.

METODOLOGÍA

A partir de la técnica denominada “Revisión documental” y con el interés de obtener los insumos necesarios que permitieran analizar la manera en que la formación y compromiso docente resulta ser un factor altamente significativo para la comprensión de la independencia como fenómeno histórico, se priorizó la búsqueda de investigaciones publicadas en formato de artículo científico en revistas indexadas entre los años 2015-2020. Sin embargo, ante la carencia de ellas, se amplió el rango de búsqueda hacia años anteriores y en otras bases de datos de menor rigor académico, siendo este el caso de repositorios institucionales de algunas centroamericanas y también de Sudamérica. Así mismo, se utilizó como instrumento una matriz de análisis de lecturas. En consecuencia, se seleccionaron 15 investigaciones, (3 en formato de tesis y 12 en formato de artículo científico, las cuales se organizaron en tres secciones que se exponen a continuación.  


RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Conceptualización de la independencia

En líneas generales, según Álvarez (2020, p. 10) “la independencia, también, se concibe como un traslado de administradores políticos españoles a administradores nativos”. Lo que puede interpretarse como un cambio de gestión, filosofía y valores por parte de los nuevos líderes en la administración de cada una de las naciones independizadas. (Herrera et al, 2012). Sin embargo, esto no es todo, dado que, la literatura señala la existencia de una serie de interpretaciones y/o significados que ha experimentado el proceso de la independencia, puesto que, como lo afirma Álvarez (2020) existía un grupo muy fuerte que concebían la llegada de la independencia como una necesidad inevitable, dado las condiciones económicas, políticas y sociodemográficas de cada una de las regiones de Centroamérica, en cambio, para otros, significó una relación entre ambas partes, pero favoreciendo a Hispanoamérica y, por último, otra de las interpretaciones es que había un tercer grupo que no tenía interés en que cambiara nada nada del vínculo entre los diversos actores que estuvieron involucrados.

Estas connotaciones, dejaron al descubierto que el proceso que culminó con la independencia, estuvo fuertemente marcada por una serie de intereses geopolíticos, más allá de la liberación del imperio español, al considerar que, por un lado, como lo indica Molina (2019) al interior de Centroamérica coexistieron grupos sociales que de alguna manera consideraron inviable este hecho histórico. Por otro lado, uno de los sectores secundaba este punto de vista, al analizar la fragilidad económica que se encontraba en sus territorios. Pese a esto, luego de alcanzar la independencia de España el 15 de septiembre de 1821, las élites criollas dan inicio a la construcción de la Nación Centroamericana. No obstante, en el contexto educativo salvadoreño un aspecto a resaltar es que, como lo plantea Gómez (2011) surgen las primeras escuelas en las principales ciudades de El Salvador, las cuales inicialmente fueron gestionadas por las municipalidades.


La relación educación -independencia

El ámbito escolar ha sido el escenario por excelencia que durante siglos ha transmitido una de las herencias fundamentales de la independencia, es decir, el valor del patriotismo. Esta afirmación, parte de la toma en consideración que en el proceso educativo como lo describe Rodríguez (2010) cada maestro, además de enseñar, resuelve tareas educativas, aunado a que desde el currículo nacional el contenido de los programas de las diferentes asignaturas constituye una herramienta valiosa para la formación de sentimientos y valores patrióticos.

Conforme lo anteriormente expuesto, queda en evidencia el rol protagónico de los docentes en el análisis y comprensión del proceso de la independencia Centroamericana, en la medida que, como lo afirma Rodríguez (2010) esta tarea se realiza en la escuela desde edades tempranas, consolidándose de manera progresiva en los diferentes niveles del sistema educativo. En este sentido, resulta importante destacar que, la Educación Cívica ocupa un lugar preponderante dentro del proceso educativo, pues en ella se organizan, amplían y sistematizan los conocimientos básicos referidos a la formación ciudadana, al mismo tiempo que, contribuye al desarrollo de sentimientos hábitos y normas de conducta en la formación moral de los escolares. (Rodríguez, 2010). Por tanto, los educadores deben promover desde una perspectiva crítica y emancipadora una educación patriótica  en la formación de las nuevas generaciones, a fin de que, niños, jóvenes y adultos puedan insertarse a una sociedad libre y democrática. (Caballero & Martínez, 2018).

Sin embargo, lograr este cometido no resulta tarea sencilla, puesto que, en la mayor parte de los casos se percibe un problema de orden formativo-metodológico en el sector docente, al tomar en cuenta que, pueden o no carecer de de las competencias conceptuales, procedimentales y actitudinales referidas a una pertinente y actualizada formación cívica. Situación que se traduce en la práctica pedagógica en una repetición mecánica de conocimientos sin reflexión alguna. (Rodríguez, 2010). Por el contrario, los maestros deben conocer los valores que se aspiran a formar (aspecto cognitivo), identificar la conducta que los caracterizan y apreciar la significación e importancia (aspecto emocional).

En esta línea, es necesario señalar que, en el ámbito educativo, la formación ética y cívica ha sido discutida desde diferentes perspectivas. En unos casos, se ha hecho énfasis en el tema de valores, en otros, la falta de preparación de los docentes y del escaso interés de los estudiantes en contenido de orden propiamente cívico. Por lo que, en la actualidad es innegable considerar que la vía curricular resulta ser insuficiente para transformar las prácticas de formación cívica y ética en la escuela. (Elizondo & Rodríguez, 2009).

A raíz de lo anterior, mediante la labor docente, la educación cívica debiese convertirse en el proceso a través del cual se promueve el conocimiento y la comprensión del conjunto de normas que regulan la vida social, la formación de valores y actitudes que permiten al individuo integrarse a la sociedad y al mismo tiempo participar en su mejoramiento. (García et al, 2015), puesto que, como lo señala la Ley General de Educación (1990) el sistema educativo salvadoreño debe propiciar las relaciones individuales y sociales en equitativo equilibrio entre los derechos y deberes humanos, cultivando así las lealtades cívicas del ciudadano con la patria y de la persona humana con la cultura. En consecuencia, la formación cívica de los alumnos estará altamente influenciada por el maestro, siendo este el principal encargado de que los estudiantes adquieren y dominen las competencias cívicas como el patriotismo que demanda el siglo XXI. (Caballero & Martínez, 2018; García et al, 2015).


Símbolos patrios

En el marco de la independencia, los símbolos patrios fueron creados para dar una identidad a las personas que forman parte de un país o una nación (Villacis, 2017). Este planteamiento es compartido por Rodríguez (2012), quien plantea que “los símbolos de la patria son elementos que caracterizan tanto al país como a su sociedad, por lo que su estudio y profundización favorece el fortalecimiento en el valor patriotismo” (p.12). Sin embargo, en este contexto histórico, la enseñanza que impartieron instituciones educativas en épocas pasadas dio inicio con un significado peyorativo, al observar que en muchas ocasiones la enseñanza de los símbolos patrios se fue realizada inicialmente con la finalidad de moldear conductas inadecuadas por parte de los estudiantes, desaprovechando así toda una serie de aspectos filosóficos y políticos implícitos en toda esta cultura cívica. Con el paso del tiempo esta connotación fue cambiando hasta incorporarse en los planes de estudio de los diferentes niveles del sistema educativo.

Por otra parte, los símbolos patrios pueden generar diversas emociones y nostalgia por ejemplo el amor a la patria, algunos ciudadanos arriesgan su vida por ello. (Villacis, 2007). En este sentido, no solo es muy importante dar a conocer el valor de los símbolos patrios en edades tempranas, sino también practicarlos, cuestionarlos y sobretodo contextualizarlos. Para ello, resulta clave el rol protagónico del sector docente, en la medida que, a través de la práctica pedagógico, todo lo aquí mencionado puede ser posible.  

Desde una perspectiva normativa, de acuerdo con el art. 64 de la Constitución de la República de El Salvador (1983) los Símbolos Patrios son: el Pabellón o Bandera Nacional, el Escudo de Armas y el Himno. Cada uno ostenta un significado particular que los distingue y diferencia del resto, según lo describe Marroquín (2015) a continuación.

    El primero de los símbolos patrios que se utilizó, para dar identidad al pueblo    salvadoreño, fue la bandera. Ante la pretensión mexicana de anexar las Provincias Unidas     de Centroamérica recién independizadas de España, en 1822, surgió la necesidad de un     símbolo que identificara a los salvadoreños en la lucha contra las tropas de Iturbide. El     entonces coronel Manuel José Arce tomó el diseño de la bandera de los argentinos     Belgrano y San Martín, a quienes admiraba por su labor en pro de la independencia de su     país: dos franjas celestes, separadas por una blanca. Posteriormente este diseño fue     aceptado —con los colores azul y blanco— el 17 de mayo de 1912, durante la     administración del presidente Manuel Enrique Araujo. El escudo de armas, diseñado por     don Rafael Barraza Rodríguez, fue reconocido oficialmente por decreto legislativo en la     misma fecha que la bandera. El 20 de marzo de 1916 el escudo de armas tuvo algunas     modificaciones, quedando desde esa fecha definido tal y como se conoce en la actualidad.     Otro de los símbolos patrios es la “Oración a la Bandera Salvadoreña”, escrita en 1916     por el doctor David Joaquín Guzmán, quien fue convocado por el presidente para que la     escribiera. Este símbolo fue reconocido por medio del decreto legislativo n.º 308, del 22     de febrero de 2001, publicado en el Diario Oficial n.° 47, Tomo n.° 350, del 6 de marzo     de 2001 por medio del cual la Asamblea Legislativa reformó el artículo 18 de la Ley de     Símbolos Patrios, dándole reconocimiento oficial. (Marroquín, 2015. p.65)


Acorde a lo expuesto por Marroquín (2015), símbolos como la bandera, escudo de armas, oración a la bandera, entre otros; fueron construidos conforme una intencionalidad, la cual debe ser analizada en cada una de las situaciones de aprendizaje que se generan en el aula, pero no de forma mecánica y sin reflexión alguna, sino por el contrario desde una perspectiva crítica y holística por parte del profesorado. 


Conclusión

A partir de lo aquí expuesto, en líneas generales puede concluirse lo siguiente:

1. En términos conceptuales de acuerdo con Álvarez (2020) la independencia puede concebirse como un traslado filosófico, político, social, económico y educativo de administradores políticos españoles a administradores nativos, siendo estos últimos, quienes desde sus orígenes atribuyeron al proceso de la independencia centroamericana una serie de significados y/o interpretaciones.

2. El ámbito escolar ha sido el escenario por excelencia que durante siglos ha transmitido el valor del patriotismo como una de las herencias fundamentales desde la firma del acta de independencia centroamericana de 1821. En este sentido, voluntaria o involuntariamente el docente ha adquirido un rol protagónico en el análisis, discusión y contextualización de los símbolos patrios como parte fundamental de una cultura cívica.

3. La Educación Cívica ocupa un lugar privilegiado dentro del proceso educativo, pues en ella se organizan, amplían y sistematizan los conocimientos básicos referidos a la formación ciudadana, al mismo tiempo que, contribuye al desarrollo de sentimientos hábitos y normas de conducta en la formación moral de los escolares.

4. El bicentenario de la independencia centroamericana, debiese propiciar entre otras cosas que los símbolos patrios construidos en un contexto determinado, más allá de generar una identidad con los valores de un país, estos puedan no solo ser incorporados, sino también ser continuamente discutidos en las agendas, planes y programas de desarrollo del país, favoreciendo así la consolidación de una cultura cívica que favorezca la participación e involucramiento de la población salvadoreña.

Referencias


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Alarcón, L. A., Ossenbach, G., & Caruso, M. (2011) La educación en la época de la independencia en América Latina (CA 1810-1850): selección bibliográfica. Historia de la educación(29), 333-352. https://revistas.usal.es/index.php/0212-0267/article/view/8173

Álvarez, M. (2020). Manifestaciones narrativas y discursivas sobre la independencia de Centroamérica: Got seif de cuin!, De David Ruiz Puga. Tesis de posgrado en Estudios de Cultura Centroamericana con énfasis en literatura. Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica. doi:https://repositorio.una.ac.cr/bitstream/handle/11056/19040/Versi%C3%B3n%20final.%20Manifestaciones%20narrativas%20sobre%20independencia%20Centroamericana.%20%20Manuela%20%C3%81lvarez%20Escobar.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

Caballero, Y., & Martínez, J. (2018). El valor patriotismo en docentes. Revista científica Hallazgos 21, 3(3). http://revistas.pucese.edu.ec/hallazgos21/

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García, C., Santos, M., Ochoa, E., Fernández, M., & Duarte, P. (2015). Conocimientos y creencias sobre la educación cívica en maestros de primaria y alumnos de secundaria. Culcyt Educación, 10(51), 42-51. http://erevistas.uacj.mx/ojs/index.php/culcyt/article/view/128

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Villacis, S. A. (2017). Los símbolos patrios en el desarrollo del valor de pertenencia en los niños y niñas de 5-6 años de la Unidad Educativa Teresa Flor de la Ciudad de Ambato. Tesis de Licenciatura en Ciencias de la Educación mención Educación Parvularia. Ambato, Ecuador.

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