Viernes, 01 Abril 2022 00:00

La Guerra extraña. Ucrania y los medios de comunicación occidentales: de la mentira a las predicciones.

Fotografía de dominio público, tomada de Pexels.

 

 

Armando Briñis Zambrano*

Desde la desaparición de la Unión Soviética en 1991, hemos asistido a la expansión de la OTAN hacia el este a las fronteras rusas pese a las promesas de occidente que eso nunca ocurriría. Por su parte, Estados Unidos comenzó a retirarse de los tratados de control de armas comenzando una nueva espiral de la irracional y peligrosa carrera armamentística, rompiendo los acuerdos básicos que habían puesto fin a la Guerra Fría. La más significativa fue la decisión de retirarse del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (Tratado ABM por sus siglas en inglés), piedra angular de la serie de acuerdos que frenaron durante algún tiempo la carrera nuclear.

En el caso de Ucrania, la intromisión estadounidense es un hecho al apoyar un golpe de estado que cambió el gobierno ucraniano en 2014, un procedimiento que normalmente no se considera coherente con el Estado de derecho o la gobernanza democrática al estilo occidental, además de tener el soporte interno de grupos reaccionarios pronacis banderistas1.

¿Qué es lo que el presidente Putin estaba exigiendo? el fin de la expansión de la OTAN y la creación de una estructura en Europa que asegure la seguridad de Rusia junto con la de los demás países europeos. Moscú demanda que cese el proceso de incorporación de nuevos integrantes al bloque y que, en particular, Rusia tenga la seguridad de que Ucrania y Georgia nunca serán miembros. El presidente Biden se niega a dar esa garantía, pero a la vez, señaló su disposición a seguir discutiendo cuestiones de estabilidad estratégica en Europa.

Los encuentros con emisarios y presidentes de naciones miembros de la OTAN a Moscú, muchas veces reunidos con el propio Putin, intentaron desescalar las tensiones y le dieron un nuevo aire a una “solución diplomática”, a una supuesta crisis inflada por los medios de prensa occidentales comprometidos con la guerra, especialmente estadounidenses, dados a la tarea de replicar palabras claves como “inminente”, “escalada”, “tensiones”, “agresión”, todas relacionadas a una especie de “guerra extraña” o al intento de empujar a una guerra.

Quizás cometamos un error, pero no podemos descartar la sospecha de que asistimos a una elaborada comedia magnificada por destacados medios oligopólicos de comunicación estadounidenses, para servir a un fin político interno: revivir a una administración Biden que se balancea (y sigue en niveles realmente bajos) con menos de un 40 por ciento de popularidad entre los votantes de la nación norteña y la sombra de Trump respirando en su nuca.

En los primeros, intercambios el presidente Joe Biden trasladó a su homólogo ruso, Vladímir Putin, la voluntad de apostar por la vía diplomacia al más alto nivel y su disposición a sellar por escrito acuerdos en materia de seguridad con Rusia en el caso de que sean alcanzados. Es destacable que en las anunciadas ideas adelantadas por Biden hubo elementos concretos, pero no los deseados exactamente por Rusia, relacionados al ámbito del control de armas, así como un incremento de la transparencia de ambas partes.

El mandatario estadounidense señaló que las medidas se aplicarían tanto a la OTAN como a Rusia; aunque continuó sus amenazas de que, si Rusia atacaba a los estadounidenses en Ucrania, habría una respuesta económica devastadora. En toda esta crisis, según análisis de expertos, militares y medios de prensa más objetivos, la Casa Blanca insistió en presentar el peligro de invasión rusa como creador de la crisis y no así la expansión de la alianza noratlántica a las fronteras del gigante euroasiático.

Biden ha insistido en que ni Washington, ni la OTAN representan «una amenaza a Rusia», al tiempo que subrayó que no tienen planeado colocar misiles en Ucrania. En nombre de la democracia, los Estados Unidos y la OTAN han destruido naciones enteras, Afganistán, Irak, Libia son los ejemplos más recientes, pero no los únicos en la amplia carrera de intervenciones militares en el planeta. Hablar de que la organización noratlántica es una entidad pacífica, no es compatible con los hechos históricos, a lo que sumariamos que hoy asistimos a cambios geoestratégicos trascendentales y los Estados Unidos han perdido su etiqueta de potencia con predominio absoluto en las relaciones internaciones después de la desaparición de la Union Soviética en diciembre de 1991. Hoy, China y su alianza con Rusia inclinan la balanza económica y militar a su favor. Asistimos a una Nueva Guerra Fría y Ucrania es hoy el campo de enfrentamiento. Lejos de Estados Unidos, como siempre han querido los políticos estadounidenses; pero cerca de los misiles rusos, como saben los militares de este país.

El esperado ataque se ha producido, ya hace 34 días y la verdad como casi siempre es la principal víctima del conflicto y es difícil saber cuál será su final. Si el mundo tiene suerte Ucrania será aplastada militarmente, posiblemente dividida o mínimamente cercenada de los territorios orientales o de parte de ellos y Europa entrará en el caos económico sin precedentes después de la Segunda Guerra Mundial, sin suerte, desapareceremos como especie al compás de las explosiones termonuclares.

*Doctor en Ciencias Históricas. Director de Investigaciones de la Universidad Luterana Salvadoreña.


 

1 Líder de la Organización de los Nacionalistas Ucranianos, aliados del ejército hitleriano en la 2da Guerra Mundial

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