Viernes, 17 Julio 2015 00:00

Grecia: cuando el Centro humilla a la Periferia

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Rubén Fúnez*

 

Cuando escribimos respecto al referendo convocado por el Primer Ministro griego Alexis Tsipras, dijimos que este suceso nos estaba entregando una serie de enseñanzas, que globalmente consideradas llenaban de esperanza, a lo que en esa ocasión denominamos Periferia. Sin embargo, la aceptación por parte de Tsipras de las medidas “endurecidas” de la Troika, nos ha dejado perplejos, por lo tanto creemos que es éticamente legítimo pronunciarse ante esta nueva situación.

 

Creemos que hay que preguntarse con toda la seriedad posible ¿qué ha pasado? ¿qué significa ese cambio tan radical? Sería injusto dudar de la buena voluntad demostrada por el Primer Ministro griego, es evidente que Tsipras quería mantenerse fiel, coherente con todas aquellas promesas por las cuales el pueblo griego lo había elegido, sin embargo, no se hizo esperar la actitud prepotente y las amenazas, sobre todo de la canciller alemana Ángela Merkel.

 

Se trata, evidentemente, de la lucha que en nuestro artículo anterior denominábamos centro-periferia. Hay que decirlo con toda claridad, por un lado se trata de una lucha, de esto nos ha estado dando cuenta la serie de artículos que en el Diario de Hoy ha estado publicando Manuel Hinds. A este economista salvadoreño, la preocupación fundamental de la salida de Grecia de la zona del Euro consistía en la inevitable, según él, devaluación del dracma griego, lo que implicaba al menos dos cosas: en primer lugar, que los depositantes retiraran sus euros de los bancos griegos y los depositaran en Alemania, Inglaterra o Francia y, en segundo lugar, la terrible situación que tendrían que enfrentar las empresas griegas de tener que pagar las deudas contraídas en euros con dracmas. Todo esto sumió, evidentemente, en una tremenda intranquilidad social y en el pánico económico.

 

Pero por otro lado, se trata de una lucha entre centro y periferia. No sólo por las reacciones que despertó el suceso griego en España concretamente en “Podemos”, sino sobre todo por la reacción casi intransigente de la canciller alemana. Es decir, la lucha entre un centro y una periferia es un hecho, y un hecho objetivo.

 

Entonces lo que ha ocurrido es el triunfo, una vez más, del centro, y el fracaso de Tsipras ha puesto de manifiesto el poder omnímodo de este centro. En esta lucha ha ganado el Centro. Se ha demostrado que no es posible ni siquiera rozar elementos estructurales del sistema que le sirve de apoyo y del que son sus más aguerridos defensores. Tsipras ha sido vencido sin mucho esfuerzo. Ha sido vencido en algo que se supone que habría propuesto como muy bien pensado, y sobre todo, después del referendo, como muy apoyado por parte de todos los griegos que en esa ocasión dijeron NO a las medidas de austeridad.

 

Después del referendo Tsipras afirmó: “Quieren asfixiarnos y eso es inaceptable".Nos pidieron firmar algo que hemos rechazado, y por eso hemos convocado un referéndum, porque era un ultimátum inaceptable. Nuestra única salida fue convocar a la gente. Querían que dijéramos sí a todo y nos convirtiéramos en cómplices”. “Los salarios y las pensiones no desaparecerán. El dinero que ha salido de Grecia no se perderá. Tomaremos decisiones tras el referéndum. Os pido que digáis no, no para buscar una solución viable para Grecia” y, finalmente, “Es nuestra responsabilidad por nuestros hijos y nuestro deber para la historia".

 

No obstante las medidas aceptadas son más duras que aquellas por las cuales convocó el referendo, y lo justifica del modo como sigue: “las opciones específicas que tenía frente a mí eran: uno, aceptar un acuerdo con el que estoy en desacuerdo; la segunda, la quiebra desordenada, y teníamos una tercera opción, el 'grexit' consensuado de Schäuble”.

 

Por lo tanto Tsipras ha dado un giro de 180 grados y la renuncia de su ministro de finanzas Yanis Varoufakis es un argumento irrebatible de que Tsipras había cambiado sustancialmente; a lo que habría que añadir que esta vez a quien recurre ya no es al pueblo griego, sino a su parlamento, recibiendo apoyo, incluso de la derecha que se opuso al NO del referendo.

 

Tsipras ha obedecido, por eso recordando a Ellacuría, podemos decir que Tsipras tuvo que decir “a sus órdenes mi capital”. Cedió ante el poder del capital y no sirve escudarse diciendo que no había nada que hacer.

 

Todo esto lo que deja de nuevo al descubierto es la fuerza casi omnipotente que tiene el centro. Ese poder es justamente lo que quería dejar al descubierto, como una llamada de atención a cualquier otro país que pretenda hacer lo mismo que Grecia.

 

*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña

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